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Daniel Calleja: “Para recuperarnos de esta crisis, la circularidad tiene que convertirse en norma”

El director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, Daniel Calleja, conversó a fondo con Eurochile respecto de las medidas que está aplicando Europa para iniciar la recuperación de las economías y de las comunidades tras la pandemia por el coronavirus, la que -asegura- “ha expuesto y exacerbado la vulnerabilidad de nuestro mundo globalizado”. Explica el plan de reconstrucción que está impulsando la Comisión y el rol que tendrá en esta materia el Nuevo Pacto Verde europeo.

Publicado el 26/06/2020

El director general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, el español Daniel Calleja, tiene una experiencia de más de 30 años en la institución y ha sido testigo de gran parte de los procesos de cambio que se han llevado a cabo en ese contienente en los últimos años. Y hoy, desde su cargo, está en la primera línea de la definición de estrategias que ayuden a ese continente a enfrentar los impactos causados por la pandemia del coronavirus.

Una crisis, dice Callejas, que está cambiando al mundo y que en el caso de Europa permitirá darle un impulso mayor al giro hacia el desarrollo sostenible y la economía circular. Habla también sobre el rol que tendrá América Latina y la cooperación entre países para avanzar en esta línea. “Esperamos trabajar con Chile para promover la economía circular e impulsar aún más la transición sostenible”, afirma.

Da la impresión de que Europa ya pasó lo peor de la crisis y que comienzan a recuperarse algunos sectores de la sociedad y la economía. ¿Qué sucede hoy en ese continente?

Actualmente, la Comisión Europea está completamente movilizada para proteger la salud de los ciudadanos y abordar los efectos económicos y sociales de la crisis. Junto con los Estados miembros, estamos trabajando en estrategias de recuperación robustas y efectivas para recuperarnos de la pandemia. Europa será muy distinta después de esta crisis. La pandemia ha expuesto y exacerbado la vulnerabilidad de nuestro mundo globalizado e interconectado. Su impacto en nuestra salud, nuestras sociedades y economías es profundo y duradero. Pero este momento difícil también ofrece la oportunidad de sentar las bases para poner a la resiliencia y la sostenibilidad en el centro. En esencia, esto significa proteger mejor y recuperar nuestra naturaleza y ecosistemas, acelerando la transición a la economía circular y profundizando nuestras acciones contra el cambio climático de modo que para 2050 ya no haya emisiones netas de carbono.

¿Cuáles cree que serán los principales impactos de esta crisis en Europa y a nivel mundial?

El COVID-19 está cambiando el mundo. Los impactos económicos y sociales en todo el mundo son impresionantes, lo que implica grandes desafíos y amenaza con revertir los avances en términos de desarrollo logrados en los últimos años. La solidaridad mundial es ahora más importante que nunca. Por supuesto que la crisis de salud pública es el desafío más urgente de abordar. Pero, al mismo tiempo, los esfuerzos de la Comisión se han centrado en desarrollar una ambiciosa estrategia para promover la recuperación económica de nuestro continente. Durante una contracción, debemos concentrarnos en políticas que propicien el crecimiento y generen empleo, sin encerrarnos en las tecnologías del pasado. Necesitamos inversión en sectores que creen resiliencia, como la economía circular inteligente, la oleada de renovación y el transporte limpio, pero también en los ecosistemas y en la protección y recuperación de la biodiversidad en línea con la Estrategia sobre Biodiversidad y la próxima estrategia para los bosques.

El confinamiento nos ha ayudado a entender lo valiosa que es la naturaleza, lo importantes que son las áreas verdes en nuestras ciudades y cuanto anhelamos el aire limpio que de pronto no pudimos disfrutar. Creo que esta experiencia nos ayudará a reorientar nuestras políticas de largo plazo en Europa y en el mundo para convivir mejor con la naturaleza y como parte de ella.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentó un plan para movilizar 2,4 billones de euros para la reconstrucción. ¿Cómo se distribuirán esos recursos? Entre qué sectores de la economía, por ejemplo.

El financiamiento se dividirá en tres pilares: 540.000 millones de euros para apoyar la recuperación inmediata de los Estados miembros, 1.1 billones de euros en un marco financiero plurianual ampliado para los próximos años y 750.000 millones de euros para la recuperación, estimulando la inversión para superar la crisis.

El plan de recuperación se basa en tres pilares. El primer pilar es un nuevo Mecanismo de Recuperación y Resiliencia por 560.000 millones de euros, de los cuales 310.000 millones serán para subvenciones y 250.000 millones para préstamos. Esto dará un apoyo financiero para inversiones y reformas, incluidas aquellas relacionadas con las transiciones verde y digital y la resiliencia de las economías nacionales. Estará disponible para todos los Estados miembros pero se concentrará en las áreas más necesitadas.

El segundo pilar busca movilizar recursos privados destinando una garantía presupuestaria de la UE para financiar proyectos de inversión a través del Grupo del Banco Europeo de Inversiones y los bancos de fomento nacionales, además de 15.300 millones de euros para el programa InvestEU. El Instrumento de Apoyo a la Solvencia movilizará recursos privados para apoyar a las empresas de los sectores más afectados, preparándolas para un futuro más limpio, digital y resiliente. Además del Mecanismo de Inversión Estratégica para estimular la resiliencia de sectores estratégicos, especialmente aquellos vinculados con las transiciones verde y digital, además de cadenas de valor clave en el mercado interior.

El tercer pilar se concentra en el nuevo programa UE por la Salud (EU4Health, en inglés), el Mecanismo de Protección Civil de la Unión, rescEU y el refuerzo de Horizonte Europa para financiar investigación indispensable en salud, resiliencia y las transiciones verde y digital.

¿Cómo se llevará a cabo esta reconstrucción? ¿De rol tendrán el Pacto Verde Europeo y el nuevo Plan de Acción para la Economía Circular, que estarán a la vanguardia de la situación post COVID-19?

El Paquete de Recuperación adoptado por la Comisión refuerza la posición del Pacto Verde Europeo como la estrategia de crecimiento de Europa. Una vez que salgamos de la crisis inmediata, sus propuestas jugarán un papel central en los esfuerzos de recuperación de la UE y para lograr una recuperación justa, sostenible y rápida y, finalmente, una transición justa y equitativa que no deje a nadie atrás.

Para lograrlo, necesitaremos mayor circularidad en los sectores más importantes, como la construcción, energías renovables, químicos, textiles, turismo y agricultura. Es por eso que el Plan de Recuperación de la UE insiste fuertemente en el rol de la economía circular y la economía verde para relanzar la economía, crear nuevos empleos y reducir la dependencia de la UE de proveedores externos.

Se habla de hacer en tres o cuatro años lo que en circunstancias normales tomaría entre 15 y 20. ¿Es posible acelerarlo tanto? Porque requiere de recursos que probablemente no estén disponibles hoy.

Solo entre 2012 y 2018 la cantidad de empleos vinculados a la economía circular en la UE crecieron un 5%, llegando a unos 4 millones. Esto demuestra el impacto que las medidas para promover la economía circular pueden tener, incluso en un período de tiempo relativamente corto. Para lograr una verdadera economía circular, se debe abordar el ciclo de vida completo de los productos y es por eso que el nuevo Plan de Acción para la Economía Circular (CEAP, en inglés) anuncia iniciativas para el ciclo de vida completo de los productos, desde su diseño y fabricación hasta el consumo, reparación, reutilización, reciclaje y el reingreso de los recursos a la economía. Se trata también de una cuestión de impulso y de masa crítica. Cuando logras realmente cerrar el círculo, se crea un círculo virtuoso que se vuelve autosostenible. Ese es el objetivo a largo plazo, pero que puede lograrse bastante rápido en las circunstancias adecuadas, como vemos en los parques industriales de economía circular, que se están haciendo cada vez más comunes.

En enero usted planteó que el Pacto Verde es la respuesta no solo a los desafíos climáticos y medioambientales, sino también a los desafíos sociales relacionados. ¿Cuál es la dimensión de esas palabras en tiempos de reconstrucción económica y social?

Muchas personas, regiones y sectores afectados fuertemente por la crisis tendrán que hacer un cambio aún mayor que la mayoría. Por eso la Comisión propone fortalecer el Fondo de Transición Justa con 32.500 millones de euros adicionales para paliar los impactos socioeconómicos de la transición.

“Hacerse más verde” es bueno para el planeta pero en realidad lo hacemos por los ciudadanos y por nuestro propio bienestar. No hay duda sobre los beneficios generados por la transición a una economía circular. El marco de seguimiento que adoptamos como parte del primer plan de acción nos revela que en 2017 los sectores relevantes para la economía circular ya empleaban a unos 3,5 millones de trabajadores. Este ha abierto nuevas oportunidades de negocio, ha fomentado nuevos modelos de negocio y desarrollado nuevos mercados, tanto dentro como fuera de la UE. En 2017, actividades circulares como la reparación, reutilización y reciclaje generaron más de 128 mil millones de euros en valor agregado y representaron además unos 15 mil millones de euros en inversiones.

Pero no se trata solo de cifras. Se trata del tipo de futuro que queremos. El futuro que los ciudadanos quieren. Y me parece muy claro que, a raíz de esta crisis, los ciudadanos apoyarán todo aquello que conduzca a una mayor sostenibilidad. Porque obviamente esto va en su propio beneficio, a corto y largo plazo.

¿Cuáles serán los primeros elementos de una recuperación verde?

En línea con el Pacto Verde, nos embarcaremos rápidamente en una serie de iniciativas, como por ejemplo:

– Una oleada de renovación que creará empleos en el sector de la construcción, reducirá la pobreza energética y ofrecerá condiciones de vida más saludables a los ciudadanos de la UE.

– La inversión en tecnologías y cadenas de valor limpias se logrará a través de financiamiento adicional para nuestro programa de investigación Horizonte Europa y el nuevo Mecanismo de Inversión Estratégica, que invertirá en tecnologías clave para la transición hacía una energía limpia, como las tecnologías de energías renovables y de almacenamiento de energía, hidrógeno limpio, baterías, captura y almacenamiento de carbono e infraestructura de energías sostenibles.

– El foco en la aceleración de la producción e implantación de vehículos y embarcaciones sostenibles y combustibles alternativos incluye la instalación de un millón de puntos de carga, renovaciones de flota limpias, infraestructura de transporte sostenible y un cambio hacia una movilidad urbana limpia que será apoyado por fondos como el Mecanismo “Conectar Europa” e InvestEU.

¿Cómo se traducirá esto concretamente en economía circular?

Para recuperarnos de esta crisis, la circularidad debe convertirse en la norma. Estamos trabajando para asegurar que aprovechemos al máximo nuestras oportunidades. El Plan de Recuperación de la UE insiste fuertemente en el rol de la economía circular y la economía verde para relanzar la economía, crear nuevos empleos y reducir la dependencia de la UE de proveedores externos.

Nuestro nuevo Plan de Acción para la Economía Circular nos ayudará a mantener el consumo de recursos dentro de los límites planetarios, a reducir nuestra huella de consumo y a duplicar las tasas de utilización del material circular en la próxima década. Los productos que lleguen al mercado de la UE deberán estar diseñados para durar, ser fáciles de reparar y utilizar más materiales reciclados. Si nuestros teléfonos inteligentes duraran solo un año más, en términos de emisiones de carbono eso equivaldría a retirar un millón de vehículos de las calles.

Las 35 iniciativas incluidas en el Plan de Acción buscan que la elaboración de productos, servicios y modelos de negocio sostenibles sean la norma y no la excepción. El plan también aborda las cadenas de valor de productos clave y promueve la circularidad y la retención de valor a lo largo de toda la cadena de producción.

Esto requerirá un gran apoyo de los gobiernos y los ciudadanos, pero también de las empresas y las industrias. ¿Existe un consenso, una convicción entre todos los actores de que este es el camino?

Tenemos todas las señales de que existe tal consenso. Al presentar nuestro plan de recuperación al Parlamento Europeo, la presidenta Von der Leyen reafirmó que tenemos que “fortalecer nuestras economías centrándonos en nuestras prioridades comunes, como el Pacto Verde Europeo, la digitalización y la resiliencia.”

Ya en marzo, los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros de la UE subrayaron que debemos empezar a preparar las medidas necesarias para volver al funcionamiento normal de nuestras sociedades y economías y al crecimiento sostenible, integrando la transición verde y la transformación digital, aprendiendo además las lecciones de la crisis. A principios de abril, los ministros de Medio Ambiente de 17 Estados miembros pidieron a la Comisión en una carta abierta que “utilizara el Pacto Verde Europeo como marco para este ejercicio (los debates sobre los escenarios EUCO) y así mantener el impulso implementando sus iniciativas.”

Otro ejemplo es la alianza de 180 políticos, líderes empresariales, eurodiputados y activistas medioambientales europeos que en una carta abierta del 14 de abril pidieron un “relanzamiento y reimpulso de nuestra economía para un futuro sostenible”.

El apoyo existe y no me sorprende. ¡Las ventajas son reales!

¿Cómo ve la situación en América Latina, y su relación con Europa en esta materia?

América Latina es un socio clave para la UE, que tiene una importancia estratégica creciente en temas medioambientales y climáticos globales. Un ejemplo reciente de buena cooperación fue la COP25, presidida por Chile en diciembre de 2019 en Madrid. Organizamos conjuntamente exitosos eventos paralelos sobre economía circular, con Eurochile en particular, y también con jóvenes y ciudadanos, donde el vicepresidente ejecutivo Timmermans lanzó el Pacto Verde Europeo.

El Pacto menciona explícitamente la importancia de las relaciones con América Latina y prevé movilizar todas las herramientas diplomáticas y financieras de la UE para garantizar que las políticas verdes jueguen un papel clave en nuestras relaciones con la región. Con este nuevo impulso, la UE y América Latina deben seguir trabajando conjuntamente para abordar desafíos medioambientales mundiales, fortaleciendo nuestra cooperación bilateral y también cooperando en los foros multilaterales pertinentes.

En un escenario de recuperación verde, esto debería ser global para ser efectivo. ¿Cómo se mantendrá el apoyo europeo a la economía circular en América Latina? ¿Qué papel jugarán los organismos de financiamiento?

Ningún país o región que actúe solo logrará la transformación mundial. Se trata de cooperar. En Europa tratamos de liderar con el ejemplo y trabajar con otros para promover una transición verde mundial como un elemento esencial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París. La UE utiliza sus herramientas diplomáticas y financieras para garantizar que las alianzas verdes sean parte de sus relaciones con África y otros países y regiones socios, incluida América Latina. También profundizaremos nuestras asociaciones internacionales y seguiremos facilitando nuestra experiencia y recursos financieros, además de fondos públicos y privados, como parte de nuestra significativa cooperación al desarrollo.

Los elementos climáticos serán fundamentales. La propuesta de la Comisión para un Instrumento de Vecindad, Desarrollo y Cooperación Internacional propone destinar un 25% de su presupuesto a objetivos vinculados con el clima. La Comisión también apoyará el compromiso asumido por recursos financieros públicos de los países para mejorar el clima de inversión y lograr el aporte del sector privado. Este trabajo deberá ir acompañado de oportunidades para reducir el riesgo de inversiones en desarrollo sostenible a través de herramientas como garantías de financiamiento y financiamiento combinado.

En áreas clave como la economía circular, la Comisión ha propuesto lanzar una Alianza Global por la Economía Circular para identificar brechas de conocimiento y gobernabilidad en el avance hacia una economía circular global y llevar a cabo iniciativas asociativas, incluso con las principales economías. Ahora estamos en proceso de elaborar con mayor detalle los objetivos y acciones de la alianza. En lo que respecta a sus miembros, estamos mirando a aquellos países que están interesados en promover en los foros multilaterales la transición mundial hacia una economía climáticamente neutra, eficiente en el uso de los recursos y circular. Chile podría ser uno de esos países.

Chile está trabajando en su hoja de ruta para la economía circular, un trabajo liderado por Eurochile y que está muy vinculado a la experiencia europea en esta área. ¿Qué tan importante es hoy este trabajo? ¿Dónde debería ponerse el énfasis?

Me alegra mucho escuchar eso porque yo encabecé la primera Misión de Economía Circular de la UE a Santiago de Chile en 2016. Desde entonces, ha habido varios intercambios técnicos y acciones de seguimiento para intensificar el intercambio de experiencias sobre economía circular, en línea con el Acuerdo de Cooperación Ambiental firmado en 2016, y mis servicios participaron en uno de los talleres para diseñar esta hoja de ruta. La regla de oro es asegurar que se aborde todo el ciclo de vida, desde el diseño y la fabricación hasta el uso y reciclaje. Si se descuida un elemento, el todo no puede funcionar. Se debe cerrar el círculo. Y, por supuesto, hay que generar apoyo dentro de la sociedad. No puede simplemente imponerse y esperar que todo salga bien. ¡La base de la circularidad es construir puentes! Tenemos muchas ganas de trabajar con Chile para promover la economía circular y profundizar la transición sostenible.

Finalmente, ¿es la economía circular el camino hacia un nuevo tipo de desarrollo? ¿Qué podría significar esto para Chile?

Promover una economía más circular se opone por completo al antiguo modelo lineal “tomar-producir-desechar”, que ya no es viable. Los beneficios de la circularidad derivan de retener mayor valor de los materiales, energía y productos en nuestras economías a través del análisis de todas las fases del ciclo de vida.

Esto implica muchas oportunidades para mejorar el bienestar de nuestros ciudadanos y desarrollar nuevos modelos de negocio, al mismo tiempo que se desacoplan estas actividades del uso de recursos naturales. La transición hacia una economía más circular, donde el valor de los productos, materiales y recursos se mantenga el mayor tiempo posible y se minimice la generación de desechos, es un aporte esencial para el desarrollo de una economía competitiva, sostenible, climáticamente neutra y eficiente en el uso de los recursos. Una economía circular ayuda a crear nuevas oportunidades de negocio a través de métodos de producción innovadores y más eficientes. Se crearán empleos locales para cualificaciones de todos los niveles, con oportunidades para la integración social.

Creo que la economía circular ofrece a países como Chile una gran oportunidad para seguir avanzando. En mi opinión, no hay otra alternativa. El futuro será circular. Si queremos responder con éxito a estos desafíos, no me cabe duda de que aquellos que avancen decididamente en esta dirección tendrá la ventaja del pionero. En esta área, Chile puede liderar los esfuerzos de América Latina. Eso solo puede traerle beneficios.